Cuando la comunicación te hace llorar
- Diego Giménez
- 2 ene 2016
- 2 Min. de lectura
Estamos llegando al final del semestre, y también del curso. Cada día que pasa tenemos un poco más interiorizado el poder que tiene la comunicacion en nuestra sociedad; cada día que pasa se supone que amamos un poco más la publicidad porque estamos 24h metidos de lleno en ella. Sin embargo, siempre queda algún reticente que no acaba de dejarse llevar del todo por la publicidad, y ese soy yo. Yo soy de esos que, paradójicamente, ama la comunicación pero teme por el uso de ella; soy de las personas que piensa que al final, la comunicación es superflua y banal cuando no tiene nada detrás, que todo se mueve por dinero, que la comunicación necesita de responsabilidad y que las empresas se aprovechan del fácil impacto que tiene en nosotros algo divertido y emocional y que con eso sobra para venderte la moto. Yo, como comunicador que me gustaría ser, soy cauteloso y trato de no dejarlo todo en manos de algo bonito, sino que quiero que la comunicación sea algo más.
Pero entonces llega este tipo de anuncios, y se me olvida todo. Todos los cimientos que estaba constuyendo entorno a mi percepción de la publicidad, por los aires con un simple anuncio. Y es que si un anuncio te hace llorar, no hay más que hablar. No es que te haga llorar porque te pone imágenes impactantes o historias tremendamente drámaticas; esque te hacer llorar por su belleza, simplemente. El poder de las palabras, la sutileza, la creatividad, la sensibilidad con la que se narra la historia. Esque cuando la comunicación es capaz de crear cosas así, de hacerte sentir cosas, la marca que haya detrás da exactamente igual; deja de ser publicidad para ser una obra de arte, una historia con la que identificarse, una historia que compartir. Y si además se le suma que la marca HACE (que no dice) las cosas bien, no queda otra que dejarse llevar, que creer en la comunicación.
Y si, no voy a dejar de ser cauteloso con lo que es para mí la comunicación, pero tengo claro que si tengo la posibilidad de hacer cosas así, capaces de mover los estómagos de las personas, lo voy a hacer. A esto me refiero cuando digo:
BENDITA COMUNICACIÓN.
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